¿Es la lactancia materna tan idílica cómo la cuentan?


Yo sabía lo que quería hacer si las circunstancias me lo permitían, darle el pecho a mi hija hasta que ambas quisiéramos y cómo no iba a tomar esa decisión si desde que entrabas en la carrera de Enfermería te concienciaban de los beneficios que tiene, de lo que la Organizaicón Mundial de la Salud te recomienda y de lo buenísimo que es, cómo si tu labor fuera la de convencer a una madre en lugar de informar.


Así que lo primero que hice cuando la tuve piel con piel fue dejar que la magia de la naturaleza hiciera su trabajo, es momento idílico, relajante y tan placentero dejó de existir la primera noche cuando no paraba de llorar y no sabíamos cómo calmarla. ¿Pero bueno, dónde estaba eso en mis libros de la facultad? Y yo que creía que lo sabía todo… La cosa fue de mal en peor. Salí del hospital con grietas en los dos pechos y al tercer día me dio una subida tan grande de leche que después de dos noches con tiritando tuve que ir al hospital con la fiebre más alta que lograba recordar, diagnóstico: Mastitis.
Dar el pecho se convirtió en un suplicio para mí, entre lágrimas conseguía que se enganchara o que me la engancharan, porque tanto era el miedo que ni yo misma lograba hacerlo. Fabricaba tanta leche que los ratos que se suponía que tenía que descansar me los pasaba pegada a un sacaleches para quitarme el exceso. ¿Qué suponía? Que cada vez producía más leche y por tanto tenía que ponerme a Martina más al pecho. Si la ponía la pecho sufría, si la dejaba en el pecho me congestionaba aún mas y hasta el sacaleches me producía temor, entré en un círculo vicioso del que no sabía cómo salir.
Para mí esto estaba bastante lejos del disfrute, pero me sentía tan presionada hasta incluso mala madre si lo dejaba pasar que me negaba a dejarlo. La cosa se complicó aún más incluso me tuvieron que drenar, sin anestesia para más inri, así que probaba cualquier posición para darle el pecho, pero ese bultito se resistía a desaparecer.

Fueron más de dos meses de lucha, un postparto que recuerdo mucho peor que dar a luz. Cuando por fin conseguí que desapareciera, las molestias para dar ese pecho aún seguían ahí ¿No iba esto a acabar nunca? No fue hasta ya cumplidos los 6 meses de mi bebé cuando el dolor desapareció, pero aún hoy con 8 meses sigo con ese pecho sensible y es ahora cuando lo puedo “disfrutar”.
Ahora el sueño me lo quita otra cosa y es el destete. He leído que a muchas mamás les cuesta mucho trabajo destetar a sus pequeños e incluso algunas veces son periodos hasta dolorosos y traumáticos tanto para las madres cómo para sus hijos. Nada más que de pensar en volver a pasarlo mal y encima que lo tenga que pasar mi niña, no sé cómo lo haremos…

Seguiré leyendo sobre ello para cuando estemos preparadas para pasar al siguiente nivel y os contaremos mientras tanto me gustaría aclarar que yo estoy a favor de la lactancia materna pero también estoy totalmente a favor de dar el biberón. Pero pienso que esto no es lo verdaderamente importante sino que hay quitarles presión a las mamás, apoyarlas y ayudarlas, no juzgar y dejarlas tomar ellas sus propias decisiones para que no se sientan obligadas a nada. Cada caso es único, cada madre y cada hijo, sé que lo pasé mal, pero si tengo otro bebé intentaré darle el pecho nuevamente, aunque también me asuste a partes iguales.

Se que no soy la única que ha tenido una mala experiencia así que me gustaría conocer la tuya porque no sabemos hasta dónde la experiencia de los demás, sea buena o mala, puede ayudarnos.

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